miércoles, 8 de julio de 2020

LA SEGURIDAD COMO ESPECTÁCULO (DE MIEDO)




A medida que el encierro se extiende y la caída de la economía se profundiza vemos con precaución un notable agravamiento de la situación de inseguridad. Y no es un tema en el que la oposición busque instalar el temor, pues el propio Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires fue quien comparó zonas de ese territorio con la ciudad de Sinaloa en México (uno de los lugares de mayor violencia en el mundo), y  también la flamante interventora del Sistema Penitenciario Federal pronosticó un aumento de los delitos. Hasta el momento no conocemos la opinión de la Ministra de Seguridad de la Nación, ocupada exclusivamente en la interna que mantiene con Sergio Berni dentro de su propio espacio político y en desmantelar todo lo realizado por la anterior gestión de Patricia Bullrich.

Mas allá de la novelesca interna dentro del peronismo, existe la certeza de un próximo pico en el aumento de los delitos, por lo cual podríamos esperar del gobierno distintas alternativas. Pero la más probable es que deje que la situación de inseguridad se agrave y llegue a extremos insostenibles para, y al igual como se hizo con la pandemia, gobernar a través del miedo y el temor de la ciudadanía, y de esta manera limitar aún más las libertades y aumentar el control sobre la sociedad. Política nada descabellada para un gobierno que ha demostrado tener vocación autoritaria. En última instancia, en ese delicado equilibrio entre seguridad y libertad, la gente con miedo cede libertad a favor de la seguridad aunque, esto también se sabe, termina siempre siendo seguridad para unos pocos.

Usar el miedo y la inseguridad hasta la próxima campaña electoral no sería algo novedoso en un espacio que promete mano dura con Sergio Massa o Berni, pero también ofrece a un Zaffaroni o Frederick que prometen excarcelaciones. Todos juntos al precio de uno. Pero ninguna solución para quienes sufren de la victimización real o potencial.

Entonces… ¿cuál es la política de seguridad? Es claro que no la hay ni la habrá, pues el peronismo sabe que a los que quieren mano dura hay que prometerles mano dura y espectáculo y a los que se autoperciben como progresistas hay que darles un discurso progresista. Pero ni uno ni otro darán respuestas reales al problema, porque para dar una respuesta el gobierno necesita tener una “política de seguridad”, y para tenerla, previamente se debe compartir un diagnóstico que será el fundamento de una estrategia y de las acciones consecuentes. Las internas entre funcionarios de alto rango del mismo gobierno serán un buen espectáculo político, pero no generan ninguna tranquilidad en la ciudadanía.

Permanentemente se reclaman acuerdos políticos que estén por arriba de las diferencias partidarias, y la seguridad sería un buen campo para alcanzarlo. Pero ¿cómo alcanzar un acuerdo con quien no se sabe que piensa? Si el resto de las fuerzas políticas supieran cual es el pensamiento del gobierno en materia de seguridad se podría discutir y buscar puntos de acuerdo y consensos. Pero no se puede discutir la política donde no existe, porque como decía Alfonsín, “podemos discutir con un hombre que esté a la izquierda o a la derecha, va a ser una discusión racional, pero es imposible discutir con un populista, porque contestará con voluntarismo, con eslogan, inescrupulosidad, con demagogia. Entonces la cosa se hace mucho mas ramplona de lo que el pueblo merece”.

Estamos transitando una etapa de gran complejidad social, el aumento del delito no será solo por el aumento de la pobreza, la que puede explicar una parte pero no toda la problemática. La sociedad está transitando un momento de gran tensión y angustia. Teme por su salud y la de sus seres más queridos, pero también teme por un futuro incierto de empleabilidad, por la incertidumbre de poder en el futuro seguir mandando sus hijos a la escuela o a la universidad, si podrá pagar el alquiler o el préstamo hipotecario, si va a podrá acceder al sistema de salud al que tenía acceso hasta hoy. Incertidumbre, frustración e impotencia se suman a la pobreza y al desempleo, conformando un combo completo de causas que impactarán en la inseguridad y la violencia. Mientras tanto, quienes tienen que ocuparse de esto muestran un espectáculo que da miedo.


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